dijous, de gener 24, 2008

Yo tengo un amigo

Yo tengo un amigo.
Hasta ahí nada extraño, puesto que todos los seres humanos sin excepción tienen o creen tener un amigo en esta vida.
Pero es que yo lo digo en serio: tengo un amigo. Y no es un amigo al uso, debo reconocer.
Durante un tiempo la vida nos unió en un colegio de secundaria de Barcelona, acercándonos todo lo que pudo: dos o tres pupitres de distancia.
Yo con mis amigas y el con sus amigos hacíamos lo que podíamos para sobrevivir en aquel duro universo de guaperillas y princesas, puesto que ni él era lo primero ni yo era lo segundo. Éramos dos personajes secundarios en aquel entrañable circo hormonal. :-)
Eso sí, dos personajes secundarios con una gran vida interior.

La vida siguió haciendo de las suyas y, aunque a mitad de secundaria nos separamos para seguir nuestros respectivos caminos de ciencias y letras, continuamos siendo amigos de ese modo extraño en que dos personas de 16 años pueden serlo.

Muchas cosas nos sucedieron a cada uno y otras sucedieron "entre" los dos. Todo pueril, inocente y algunas veces misterioso.
Con aquella lengua de trapo que se tiene de adolescente, se nos quedaron millones de cosas por decirnos y contarnos. Estoy segura de que él piensa igual que yo.

Un buen día me enteré de que una de mis mejores amigas estaba enamorada de mi amigo con una intensidad poco usual en una chica de su edad. Tras un año y pico de verla encantarse con unos y con otros, no me terminé nunca de creer lo ella sentía por él. Eso fue un error. Debí creérmelo. Pero sin darle importancia alguna, yo seguí siendo amiga de mi amigo como me parecía y podía.

Otro buen día me di cuenta de que a mi me gustaba el amigo de mi amigo. Y eso sí que fue una tontería, porque aunque tuvo un buen primer año (en el que ni me fijé en él), después se volvió alto, rubio, aburrido y tonto.
Ni yo conseguí al amigo de mi amigo, ni mi amiga consiguió a mi amigo. La vida de nuevo estuvo jugando sus cartas enrevesadamente, sin que nadie entendiese ni por un segundo el sentido de todo aquello.
Pero aunque no tenía sentido, algunos de nosotros nos hicimos daño.

Aquello queda ya muy lejos, pero es el germen de nuestra amistad. Pocas veces lo hablamos, porque a mi me incomoda, y creo que hasta a veces me duele.
Es un período de mi vida que no quiero recordar, y él lo sabe. Y lo sabía mucho antes de saberlo yo.

Desde que éramos críos ha demostrado una tremenda habilidad para abrirse camino entre mis corazas y llegar hasta el recóndito lugar donde me escondo. Por ello siempre le he admirado y temido.
Por ello, durante nuestra larga amistad, ha habido momentos en que le he dejado entrar, y muchos otros momentos en los que he huído de él despavorida.

Ahora a veces veo a mi amigo, y pienso que ha cambiado. Ha crecido en muchos sentidos, se ha hecho fuerte. En el tiempo en que le perdí de vista le pasó de todo, y de todo ha salido. Me lo encontré triste pero con universos dentro de su cabeza.
Aunque la vida ha estado jugando con nosotros dos al escondite, él siempre ha sabido encontrarme.
Por eso doy las GRACIAS más grandes de mundo. Porque sin él mi vida sería peor.

El resultado de todas estas tribulaciones es que mi amigo me conoce bien.
Y como decía antes, no es un amigo al uso. No le veo los fines de semana, ni salimos a cenar con nuestras respectivas parejas, ni nos llamamos todo el tiempo para contarnos penas. Es otra clase de amigo, que no sé clasificar. Porque no tengo más como este.
Me gustaría verle más, pero la vida una vez más se empeña en tejer distintos destinos para nosotros dos.
Me gustaría que fuese feliz, y creo que en eso la vida le empieza a dar tregua.
Quiero ser testigo de su felicidad, aunque sea desde una ventanita en el segundo piso de su corazón.
Ahí estaré siempre para él, y mi amigo lo sabe.

Gremlin!!! Gizmo te saluda!

Està bé sentir-se una mica trencat

Està bé sentir-se una mica trencat, perquè tots ens hi sentim de vegades. Tots tenim mal de vegades, tots plorem, i quan tot està malament é...