El tema eran las respuestas emocionales automáticas. La teoría viene a decir que cuando tenemos una respuesta emocional automática impregnada de rabia, miedo, mala leche en fin, esta respuesta tiende a fijarse en tus patrones de comportamiento cuanto más emoción se le pone. Esto ya lo contaba la kábala hace potomil años, pero ahora la ciencia nos cuenta el por qué. Y a mi me encanta ver que lo que unos señores místicos muy viejos (o muy muertos) y muy sabios es lo mismo que dicen las sesudas ratas de laboratorio de nuestros tiempos.
La cuestión es que cuando nuestra personalidad da rienda suelta a una respuesta emocional automática (lamémosle AML, o arranque de mala leche) segrega una serie de sustancias determinadas, cada una relacionada con el tipo de emoción que le ponemos a la cosa. Hasta ahí yo dije: pues claro, esto ya lo sabía!
Pero ahí viene lo bueno:esas sustancias generan adicción.
Y entonces entendí (entendimos todos) muchas cosas.
Porque lo que nos explica este hecho es que, cuanto más me enfado con Gato cada vez que me habla en plan condescendiente y siento esa rabia dentro de mi, más me gusta esa rabia que siento dentro de mi, y más buscaré excusas o le provocaré para que me hable de manera condescendiente para volver a sentir esa rabia dentro de mi.
No sé si me explico.
Así que cada uno se puso a hablar de sus "adicciones", o en semántica previa a nuestro descubrimiento, de nuestros AML.
Y es curioso que nuestras rabietas en general tienen por objeto dos tipos de persona: nuestras pareja e hijos, o nuestros progenitores y allegados(léase hermanos y hermanas).
La conclusión que sacamos es que los AML nos salen más fácil con la gente a la que más queremos, puesto que son ellos los que también tienen la mayor capacidad de herirnos. Y es así como llegamos al quid de la cuestión: nos dan las rabietas contra nuestros seres más queridos porque nos estamos defendiendo. Tenemos miedo de mostrarnos cómo somos, con nuestras debilidades, miedos, anhelos y sobretodo con lo que estamos esperando del otro, y nos aterra la humillación, el no ser comprendidos, escuchados, queridos en la medida y manera que creemos merecer, etc etc etc etc infinito.
Bufff.. muchas cosas por digerir ayer por la tarde.
Pero he estado meditándolo y me he dado cuenta de un trío de "adicciones" importantes en mi vida: una con Gato, otra con Peke y otra con mi madre. Posiblemente las tres personas a quién más amo en el mundo. Y también las que más me sacan de quicio.
Qué mundo más contradictorio. Pero no me extraña, si la primera que se hace lapichaunlío soy yo, y encima ni me doy cuenta y tiene que venir un señor con bata blanca a contarme por qué.
:-)
Mira, una gata enfurruñada...

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